Es innegable que para un padre que desea un hijo, éste es el mayor regalo que le brinda la vida, pero cuando el niño pequeño comienza a experimentar cambios y se va introduciendo en la adolescencia, todo empieza a complicarse. Según Andrea Palacios, psicóloga infanto-juvenil, y Karen Moënne, psicóloga de PadresOK, la adolescencia en una etapa angustiante para padres e hijos. Por suerte, es una etapa pasajera que si se lleva con empatía (ponerte en el lugar del otro) y si se consigue la mayor comunicación posible entre padres e hijos no tiene por qué ser catastrófica.
Los adolescentes se sienten incomprendidos, intentan encontrar una identidad que sea afín a su grupo de amigos para no ser rechazados, a menudo tienen radicales cambios de humor, se sienten extraños con su cuerpo e incluso pueden pensar que son los únicos que sienten esa desazón que les invade. Por esto, suelen alejarse de los padres para encontrar su propia identidad y para demostrarse que pueden vivir sin ellos, que pueden tomar sus propias decisiones; que ya son mayores. Esta distancia impuesta a los padres hace que también ellos se angustien y que no sepan cómo reaccionar. Es importante que los padres estén ahí aunque los hijos no quieran saber nada de ellos y que mantengan los límites para que el respeto hacia ellos siga vigente. Si se alcanza un buen grado de comunicación durante esta difícil etapa y se mantiene un grado de equilibrio entre lo que los adolescentes exigen y los padres permiten, la relación padres-hijos adolescentes se enriquecerá con el tiempo.
Os he vinculado algunas páginas de información en palabras del texto, incluso os proporciono la página Web de un libro de Carlos Bravo sobre anécdotas de adolescentes.
La fotografía utilizada para este post la he encontrado en la página web: http://diadelpadre.idoneos.com/index.php/371124
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